martes, 9 de febrero de 2010

Un homenaje a Osvaldo Gitano Rodríguez.... Valparaíso

UN DÍA NACE ALLÍ, SENCILLAMENTE

A 10 años de la muerte de Osvaldo Gitano Rodríguez

Por Alejandro Lavquén

Hace una década, en mayo de 1996, Valparaíso despedía a Osvaldo Gitano Rodríguez, uno de nuestros artistas más célebres. Fallecido a la edad los 53 años, en la ciudad italiana de Bordolino, aquejado por una incurable enfermedad, sus restos fueron trasladados a su ciudad natal, donde tuvo una despedida multitudinaria.

Rodríguez era poeta y un notable dibujante, pero su reconocimiento artístico lo obtuvo principalmente como cantautor y creador del vals Valparaíso, escrito en 1962 y musicalizado en 1968, tema que le dio fama en todo el mundo. Fue integrante de la Nueva Canción Chilena y un destacado militante comunista. Tras el golpe de estado que derrocó el gobierno de la Unidad Popular debió partir al exilio, peregrinando por distintos países como Francia, España, Checoslovaquia, Cuba y la RDA, para finalmente radicarse en Bordolino, Italia, una localidad cercana a la ciudad de Verona.

En Valparaíso había estudiado arte y arquitectura, obteniendo durante su exilio en París un doctorado en literatura, lo que le permitió ejercer la docencia en prestigiosas universidades europeas. Además de su producción discográfica, publicó libros de poemas y cuentos: Estado de emergencia 1973; Diario del doble exilio 1975; Escrito en Niza 1979; Cantores que reflexionan 1984; La nueva canción chilena 1986; Berlín y los recuerdos 1989; Con sus ojos de extraño mirar 1989; Canto de extramuros, 1994; Contrapunto de amor 1990; Casitango, en la revista Libertad 250, de la Sech de Viña del Mar. Parcialmente publicó 101 canciones de amor y cuatro sonetos de olvido. También realizó exposiciones con sus pinturas y dibujos.

En 1989 visitó Chile, ofreciendo varios conciertos. Volvió al país nuevamente en 1995 con la intención de radicarse de manera definitiva, pero no pudo encontrar estabilidad laboral, debiendo retornar al “exilio”. Realizó clases en una universidad de Valparaíso, pero al año siguiente no le fue renovado su contrato. En esa época cerró sus puertas el mítico Roland Bar, en el barrio bravo del puerto, y entre los asistentes a la noche de despedida se encontraba el Gitano. Salvo en sus años de exilio, siempre fue un asiduo visitante de aquel bar, anclado en las alegres noches porteñas. Pero esta vez, junto a la tristeza de la despedida, el poeta manifestaba otro dolor. Decía a sus compañeros: “Me voy porque es cuestión de sobrevivencia. Me aguanté un año, me gasté todo lo que traía. Tengo que partir de nuevo…, acá no tengo ni siquiera derecho a la salud”. Ya no era el exilio político impuesto por los militares, eran sus propios compatriotas que no le daban trabajo. Después de enseñar literatura en Europa, le eran negadas las aulas de nuestras universidades.

Poco antes de morir, recibió un homenaje popular, el 25 de febrero, en la Quinta Vergara de Viña del Mar, por parte de Inti-Illimani y Silvio Rodríguez junto el grupo Los Tres, que interpretaron su famosa canción Valparaíso. Incluso, los músicos anunciaron un gran concierto para el mes de abril, yendo todo lo recaudado en ayuda del Gitano, que se debatía entre la vida y la muerte lejos de su patria. Pero no pudo ser, partió mucho antes de lo esperado.

Durante sus funerales hubo reconocimientos oficiales y homenajes póstumos. Su fotografía apareció en todos lo diarios. Hubo discursos de los alcaldes, diputados, senadores y otras autoridades. En las radios se escucharon sus canciones y a más de algún locutor le brotó una lágrima. Fue recordado en la universidad y la municipalidad lo declaró Hijo Ilustre. Pero lo realmente rescatable en la despedida fue el homenaje popular. Aquél que le rindieron los habitantes de Valparaíso, la gente de los cerros, los trabajadores, pescadores, artesanos y artistas populares. Aquellos que siempre supieron valorarlo en vida.

VALPARAÍSO


(Poema-canción del Gitano Rodríguez)

Yo no he sabido nunca de su historia,
un día nací allí sencillamente,
el viejo puerto vigilo mi infancia
con rostro de fría indiferencia,
porque no nací pobre y siempre tuve
un miedo inconcebible a la pobreza.

Yo les quiero contar lo que he observado
para que nos vayamos conociendo
el habitante encadenó las calles;
la lluvia destiñó las escaleras,
un manto de tristeza fue cubriendo
los cerros con sus calles y sus niños.

Y vino el temporal y la llovizna
con su carga de arena y desperdicio,
por ahí paso la muerte tantas veces,
la muerte que enlutó a Valparaíso
y una vez más el viento como siempre,
limpió la cara de este puerto herido.

Pero este puerto amarra como el hambre,
no se puede vivir sin conocerlo,

no se puede dejar sin que nos falten,
la brea, el viento sur, los volantines,
el pescador de jaibas que entristece
nuestro paisaje de la costanera.




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